Tan lejos … Tan cerca

Tan lejos… Tan cerca

Lo que pasa por mi cabeza en un vuelo largo

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Estoy volando.

El momento de volar es una desconexión que hoy vale más que la conexión misma que tenemos en exceso todos los días. Busco los vuelos largos en los que aparentemente me olvido de todo, la realidad es que no me olvido de nada, pero la lejanía me da la oportunidad de mirar de frente algunas cosas y desde distintos ángulos algunas otras. Es un momento (largo) que uso para poner mi vida en perspectiva.

Elegí el vuelo desde San Francisco a Frankfurt para tener un vuelo lo suficientemente duradero y que me permitiera trabajar sin interrupciones, pensar sin contradicciones y escribir sin distracciones. La duración del vuelo trasatlántico más la duración del transcontinental es de aproximadamente 12 horas. No es tan grave como mucha gente pensaría y lo hago así desde hace muchos años, aunque en aquél tiempo lo hacía para poder ganar más millas por el mismo vuelo y precio y así conseguir la cuota necesaria de millas para mantener un  nivel alto en el programa de viajero frecuente.

Hoy, casi todos los vuelos alrededor del mundo ofrecen conexión a internet, entretenimiento a bordo e incluso entretenimiento provisto por la aerolínea pero que se puede disfrutar en nuestros dispositivos. Pero en el mundo hiperconectado en el que vivimos, lo último que deseo es estar conectado. Es un lujo obligatorio que me permito durante los vuelos, un lujo a los sentidos mientras que conecto conmigo mismo, con mi pluma, con mi mente, con mi cuaderno, al compás de mi música y sumando al placer hedonista, un whisky con hielo.

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IG @fernandopalaciosoaxaca

Hace poco más de  6 horas que el Dreamliner despegó de San Francisco, aún quedan otras 4 horas por volar, pero uno de los momentos más bellos está ocurriendo ya: el amanecer. Estoy volando a 11,200 metros de altura sobre Islandia y el sol empieza a asomarse del lado opuesto al que estoy sentado. No importa,  disfruto las tonalidades que puedo ver en las ventanillas que lo permiten. Puedo incluso ver el paisaje gracias a un pasajero que está tomando video y en la pantalla de su dispositivo tengo la imágen completa.

Recuerdo que hace muchos años, cuando Boeing hacía publicidad del – entonces-  futuro Dreamliner (B787)  yo soñaba con volar en ese avión. Era como una fantasía que pudiera haber una nave con ventanillas tan grandes y con un diseño que sonaba tan avanzado, menos ruido, luces ambientales, mejor calidad de aire y más espacio en cabina. Pasó mucho tiempo antes de que el primer avión estuviera en funcionamiento y el empezó a entregar sus pedidos, la primera aerolínea fue ANA (All Nippon Airways) que por cierto, ya vuela a la Ciudad de México desde hace poco.  United, que es la aerolínea por la que vuelo con mayor frecuencia fue tal vez la segunda en tener esos aviones y recuerdo que yo buscaba volar en alguno, de hecho hice un vuelo a Chicago con conexión en Houston sólo por el placer de volar en ese equipo. En ese  momento, el 787 estaba muy demandado así que fui afortunado en conseguir un espacio en clase turista y en ventanilla. Es verdad que el tamaño es mucho más grande que una ventanilla tradicional, aunque la publicidad me hacía pensar en algo enorme. Tal vez son las expectativas las que nos traicionan. Lo que es muy cierto es que estas ventanillas no tienen cortinillas, sino un mecanismo que polariza y permite entrar tanta luz como el pasajero quiera, incluso con el sol de frente se podría disfrutar del paisaje y tener la cabina oscura.
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Frankfurt se convirtió sin querer en una ciudad importante en mis viajes. No es mi favorita, pero es conveniente, es el hub de Lufthansa, un destino importante para United  y al ser miembro de Star Alliance, se convirtió también en mi hub. Ayuda mucho estar en el centro de Europa para poder luego decidir de ahí a dónde ir, además de que Lufthansa es una de las líneas más importantes de Europa y del mundo. Por razones sentimentales también tengo una conexión extraña con esa ciudad que aunque me parece gris y no es de ninguna manera una ciudad que considere bella, ha sido escenario y trasfondo de muchas aventuras, alegres y tristes en mi vida. Mis amores, mis emociones, mi trabajo, mis angustias, mis planes, mis llegadas y salidas, han sido desde Frankfurt. Cada una de esas historias son un libro por sí mismo.
El servicio en un vuelo a Alemania, es en estándar el mismo que ofrece la aerolínea a otros destinos de Europa, pero la realidad es que noto un poco mejor la atención y las formas pero nos han dado un sandwich a medio vuelo y desayuno caliente (poco usual en clase económica) antes de llegar. Los alemanes son exigentes y les gusta tener calidad en lo que reciben, eso explica muchas cosas, y yo estoy contento, escribiendo, recordando, bebiendo un vino barato de cabina económica, escuchando a Mario Biondi que es como un Barry White renacido en blanco. En otras palabras.. sigo disfrutando.
IG: @fernandopalaciosoaxaca
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