El viaje de la vida

Pensé en escribir este texto en otra plataforma, pero luego de razonar bien las ideas, decidí que la razón misma por la que quiero expresar algo, es por la escala que estoy haciendo en el viaje de la vida.  Esa vida que tanto disfruto desde que tengo uso de razón y que a pesar de todo lo vivido, me sigue faltando mucho por hacer. Tal vez por eso odio dormir 8 horas todos los días. Creo que una vez por semana sería fabuloso, así no perderíamos las estrellas, la luna, la oscuridad, los momentos de locura, de pasión y de romance que ocurren en la noche. Pero claro, ese es otro tema.

 

Recapitulando

Escribo ésto a escasos minutos de mis 45 años. ¿Hay que celebrar?, claro que sí. Pero ¿qué celebraría si no estuviera toda la gente que amo y que odio y que vivo y que vibro en mi vida?, la respuesta real es: nada. Por eso, es que decido expresar y contar mis sentimientos en agradecimiento a todos los que han cruzado en mi camino (o yo en el de ellos)  y que han hecho de éste, un viaje espectacular.

Pero en ese balance de cosas, me he detenido a pensar: dado que todos ustedes han hecho tanto por mí, ¿he hecho algo yo por ustedes?. Y en ese recuento de sucesos, quiero por lo menos contarles (si es que no lo he logrado) mi objetivo en la vida, en este viaje tan estupendo que inició en la Ciudad de México hace 45 años (en la Av. Chapultepec, para ser exactos).

Mi objetivo sin entrar en detalles, es en general, aportar algo, hacer algo cada día para que la gente a mi alrededor sea mejor, no porque yo sea perfecto (como a veces la gente “decide” verlo), sino porque siempre hay algo en lo que sí se puede aportar experiencia o lucidez, o alguien a quién se puede ayudar a “no” salir del camino. El costo de eso es alto, lo sé muy bien. Porque todos queremos escuchar aplausos y que nos digan que lo que hacemos (sea lo que sea) está bien. Y pocas personas son las que deciden enfrentar eso para decir: “no está bien”, una de esas personas soy yo. No ha sido facil, debo confesarlo, pero no me importa por muchas razones. Dicen los ancianos (yo no estoy entre ellos, no llego a tanto): “el tiempo da la razón” . Y es así. Eso es lo que importa, o por lo menos, lo que puede reconfortar.

Hace tiempo, durante la década en la que tuve la fortuna de ser profesor universitario, en la ceremonia de graduación a la que me invitaban y yo (más pavorreal que los padres) asistía feliz, un alumno (Enrique) se me acercó para agradecerme por todo lo que le había enseñado y lo que él había aprendido. Me emocionó mucho eso, porque es el pago más grandioso que  en ese momento tenía (y sigo teniendo) por ser profesor. Pero luego en la conversación hubo una pausa extraña… y me dijo: “Quiero que sepas que me reprobaste”. Mi impresión fue quizás demasiada, me parecía una broma de mal gusto. Así que le pregunté: “¿entonces es una broma?”, y me dijo que no, que él había tenido que recursar la materia para aprobarla finalmente y lo hizo con 100 puntos, pero que no había aprendido nada. Que todo lo que había aprendido lo había hecho en mi clase.  La prueba de que no olvido ese momento, es que lo comparto ahora con ustedes.

Ese, es el tipo de momentos que definen lo que digo, lo que siento y mi misión. Porque mi pequeño grano de arena y el objetivo  con este pequeño texto, es decir que al final del día, no importa el puesto que tengas, los títulos que te amparen, los países que conozcas o las posesiones que te identifiquen. Lo que importa realmente, dado que no somos eternos, y la única forma en la que podemos asegurarnos esa eternidad (sin tener que renunciar a lo demás) es aportando algo a nuestros semejantes, siempre. Hacerlo un hábito.

Nuestra labor

El ser humano no nace sabiendo nada, en realidad todo es aprendizaje, y el aprendizaje sólo vale en la medida en la que se comparte o se transmite. Al final somos un ejemplo para los que siguen, para los que aún no han vivido lo que hay que vivir. Somos la fuente de  la que aquellos que no han hecho, no saben como hacer o qué ruta tomar, se apoyan. Por eso es que me gusta contar y escribir mis viajes (y en realidad cualquier experiencia), con la intención de alentar, de despertar curiosidad, ambición, lo que sea que detone en una acción a salir de la zona de confort y empezar a vivir más, mucho más de lo que se haya vivido. Somos de alguna forma invencibles y eso me queda muy claro.

La gente me pregunta qué paises me falta por conocer. Yo contesto “todos”. Es la verdad, he recorrido el mundo y en realidad no he recorrido más que el 20% del planeta. Un país no se define por una ciudad. Una persona no se define por una acción. Sino por todo el conjunto que lo conforma. Por eso es tan importante que como persona tengamos un cúmulo de elementos que nos definan y que den la sufiente información a los demás como para tener una idea clara y certera de quiénes somos cada uno de nosotros. Sin lugar a dudas.

Quisiera cambiar el mundo, quisiera cambiar la forma de pensar de muchas personas, quisiera que mis seres queridos fueran más ambiciosos en cuanto a experiencias y vivencias, quisiera que la gente se acercara más a la cultura, que fuera más sensible, y muchas otras cosas más. Pero siempre, en la vida, todo es posible en ciertas cantidades. Por eso escribo esto, en primer lugar porque mi alcance es muy bajo en esas cantidades, sólo puedo tocar a aquellas personas que están muy cercanas, mis alumnos, mis amigos, conocidos, enemigos, amantes, examantes… pero, “hay un mundo allá afuera”.  Y ¿qué pasaría si todos hacemos lo mismo?. Sería fabuloso, ¡Sería grandioso! Podríamos lograr cosas insospechadas. La razón por la que no ocurre, es porque siempre será más fácil no hacer nada. Siempre será más fácil no meterse en problemas que no son nuestros o no buscar un enojo con alguien a quién apreciamos, y si no lo apreciamos tanto, razón de más para no hacer nada. Y así… la historia.

Hace tiempo leí algo que me dejó marcado para el resto de mi vida hasta el día de hoy. El libro “Demian” de Herman Hesse inicia diciendo:  “sólo quería ser yo mismo, nunca imaginé que eso sería tan difícil”.  No puedo describir la fuerza que hay en esas palabras para una persona como yo, que desde siempre fue “diferente” por alguna o por otra razón. Y por eso es que la diferencia la abrazo con gusto y con emoción. Ser diferente es lo mejor que me ha pasado.

Hoy es 16 de marzo. Mi día (aunque lo comparta). La madrugada del 15 estaba pensando en viajar. No por ocioso ni por cumplir nada a nadie, la razón es que en mi cábala mental, quiero iniciar ciclos haciendo las cosas que me gustan y de la mejor manera posible. El mar me da fuerzas, me gusta viajar, así que casi siempre trato de iniciar mi nuevo año de vida viajando y con el mar cerca mío, haciendo lo que realmente me gusta. Tenía algunas opciones posibles, pero al final luego de ir a Houston, decidí que China podía esperar para días después (o años). Estoy en Los Cabos, en un lugar en el que me siento en casa, cerca del mar, solo, pero cerca del mar y gracias a las redes sociales, cerca de ustedes. Y escribo todo esto a la luz de las estrellas mientras que disfruto cada minuto de mi nuevo día de mi nuevo año.

La edad (la vejez) viene con muchas cosas, hoy me siento a pesar de las cuestiones materiales (que siempre decepcionan), contento de haber vivido pero … vivido en verdad. No hay nadie que pueda decir que no soy pasional en el sentido de ir al límite, vivir, disfrutar el viento, el mar, el sol, la música, la gente, las conversaciones, las lagrimas, las enseñanzas, los enojos, el whiskey, las experiencias nuevas, la gente, la noche… la vida. Hoy, creo que lo que me falta (porque nunca deja de ser importante) es volver a amar (pues he sido afortunado de amar en otras ocasiones). Y seguir viviendo para seguir acumulando, pero… aunque no soy el mismo físicamente, soy el mismo pero mejorado 🙂 .  También es cierto que he amado, que he vivido y en realidad, incluso sin amor, la vida tiene mil cosas que ofrecer. Es una tontería, pero de alguna extraña manera, creo que un ser humano por muy independiente que sea, no vive a tope si todo lo vive en soledad. Hay que amar, por minutos, por horas, por meses, por semanas, por años, o entregarse una vida entera.

Por favor, vivan. La vida es un regalo que no valoramos lo suficiente. La juventud nos ciega, la mediana edad nos hace concientes, la vejez puede abrumar de lo que no hayamos hecho.

“Si la juventud supiera, y la vejez pudiera.” Anónimo.

Dedicatoria

Quiero dedicar este post, a la persona de mi familia que más quiero y que ha despertado desde pequeño mucha admiración en mí y que sin ella estar conciente, me ayudó a dilucidar que yo podía hacer mucho más de lo que socialmente era previsible, me ayudó a ver que podía ir en contra de cualquier pensamiento social y aún así salir triunfante. Esa persona a la que dedico esto, era una mujer casada y con tres hijos, una mujer que viviendo una vida de mujer de casa en la década de los 40-50, de la que se esperaba cuidar a los hijos y ser “buena esposa”,  luego de saber con claridad y descaro que ella era una de muchas más “esposas”, decidió terminar con eso de manera tajante, de repente y a costa de quedarse sola a cargo de sus tres hijos en una época en la que ninguna mujer trabajaba y en cualquier caso, más allá de secretaria no podría ser nada más. Ella lo hizo, y sacó adelante a tres hijos, trabajó hasta el último momento posible, atesoraba todo lo que podía porque sabía el valor de cada despilfarro, pero sobre todo, sin saberlo y a su modo, fue en contra de cánones sociales para lograr su objetivo: educar a sus hijos, que salieran adelante y claro, sobevivir.  Esa mujer, es mi abuela. Una mujer que aunque creo que no es conciente de ello, tiene una fuerza que me ha inspirado a ser yo mismo. A luchar y a no ir en contra de mis convicciones. Ella es igual, no lo nota, no lo razona así tal vez. Pero ella es mi admiración y la mujer que más quiero en la vida. Estuve a punto de perderla y sé que no hay que decir “adios”, sin decir “te quiero”. Así que tengo meses con la intención de escribir esto, pero hoy ha sido el momento perfecto para decirle que la amo.

El que es arisco, no es necesariamente grosero o mala persona.

Está amaneciendo.

No sólo quiero a mi abuela, los quiero a todos ustedes que forman parte de mi vida y que en momentos como este, pasan todos por mi memoria a velocidad vertiginosa. Gracias por ser parte de 45 años de mi vida.

Ah!!! y felicidades a cualquier millennial que haya llegado hasta aquí, por favor, hágalo notar porque es inusual totalmente! :). Lo sé, soy una pesadilla.

 

Y ahora… como siempre, agradezco sus comentarios. Pero lo más importante es… GRACIAS, por ser parte de mi vida. A veces la gente cree que es insignificante en la vida del otro, pero no sabe que deja huellas enormes, así que gracias. Por estar ahí.