Una Abuela en Nueva York

New York.  Fernando Palacios para Equipaje de Mano
Empire State y One WorldTrade Center

No, el título no sugiere que New York sea para ancianos. Es sólo que desde hace muchos años, prometí a mi abuela, la persona más querida y emblemática de mi vida en la familia, que la llevaría a Nueva York (a petición suya), por supuesto que la había llevado a muchos lugares durante muchos años… pero nunca a NYC.  El tiempo pasó… la edad se le vino encima y cada vez me sentía menos seguro de llevarla de paseo muy lejos.  Pero el mismo transcurrir del tiempo, me ha hecho darme cuenta que no puedo permitirme no cumplirle una promesa de un viaje (que es en realidad un promesa relativamente fácil de cumplir), mucho menos cuando yo mejor que nadie sabe lo que la ilusión o la esperanza de ver un lugar nuevo despierta en una persona. Y el tiempo se me estaba agotando.

Todo este año estuve pensando y planeando, pero el clima no era favorable, luego las ocupaciones y posteriormente otros viajes, fueron dejando todo atrás otra vez. Pero hace dos días, por la tarde, hablando con mi tía, la persona que cuida a mi abuela desde hace ya varios años, me dijo que la abuela estaba muy bien de salud, y que tal vez sería el momento.  Estoy acostumbrado a los viajes repentinos, reservo, empaco, y me voy, así que busqué hotel, encontré avión y decidí que era el momento. Ni siquiera se lo consulté a mi abuela, sólo avisé a mi tía, le pedí que me acompañara porque nadie mejor que ella conoce y sabe sus malestares, sus bienestares, sus dolencias y sus felicidades.  Pensé que aún con 3 o 4 días en el destino ella estaría contenta. Y que aunque mi abuela es poco expresiva y a veces pareciera que fría, sabía que lo valoraría.
Mi tía me pidió que yo le informara y le diera la sorpresa. Así que fue algo divertido, porque mi abuela ya no escucha tan bien como antes, y es por eso que  casi nunca hablamos por teléfono pero el viernes por la tarde (hoy es domingo) le llamé, y cada 10 palabras ella estaba por  cortar la llamada asumiendo que ya había terminado, eran como conversaciones paralelas, ella parecía hablar de una cosa y yo de otra. Pero me llamó la atención que me reclamaba inocentemente que por qué no la había llevado a mi reciente crucero, que ella quería recorrer el mundo; claro, ella extraña los viajes que hacíamos. Así que grité con todas mis fuerzas que se mantuviera en silencio y que me escuchara, que tenía algo importante que decirle, y le pedí que me informara si me estaba escuchando y entendiendo.
Así, entre gritos, le dije que preparara su maleta porque nos íbamos de viaje. Me preguntó ligeramente emocionada “a dónde vamos, hijo?”, y yo por supuesto le dije: “¡A Nueva York, abuela!”. Y así, incrédula me preguntaba varias veces si estaba hablando en serio. Le dije que sí, que era cierto y que nos íbamos en dos días. Estaba emocionada y a pesar de lo poco efusiva que es, no aguantó las lágrimas y me dijo que no podía hablar, que estaba emocionada y agradecida, pero ya no pudo hablar más.
En ese momento me di cuenta de que había hecho lo correcto, y que por fin, el día que ella no estuviera aquí, me sentiría contento de que a una persona que jamás imaginó lo que habría en un viaje, le he ayudado a ver y apreciar culturas diferentes, le he dado guías de ciudades y países, la he torturado con exámenes sobre los lugares por visitar para que a su edad no sea una turista cualquiera, ha cruzado océanos, ha volado, a navegado, a conocido gente y apreciado muchas cosas que jamás imaginó.
El tiempo que tenemos en la vida es limitado, y con toda la gente que está a mi alrededor, siempre trato de inspirar a que vivan un poco esas realidades paralelas, esas vidas diferentes que por alguna razón tenemos en nuestro mundo y que aprendan a apreciar las diferencias.  Eso trato cuando llevo a algún amigo o a un grupo numeroso conmigo, eso trato cuando comparto un escrito sobre un viaje, eso trato.
Hoy estoy volando ya hacia Nueva York, ahí me esperan mi abuela y mi tía.  Seguramente mi abuela me hará reír, enojar y llorar. Pero la vida es así, y le mostraré lo que más me ha gustado de una ciudad que aunque es emblemática y una de las ciudades más interesantes del mundo, a mí no me gusta tanto luego de apreciarla cada vez más de cerca.  Pero sé que le entregaré Nueva York en un paquete tan bello, que quedará por siempre encantada.
Ya les contaré.

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2 thoughts on “Una Abuela en Nueva York

  • July 26, 2018 at 12:22 pm
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    Me sentí identificada con tu texto por que en octubre viajaré con mi abuela de 85 años a NYC.
    Yo ya fui varias veces y amor la ciudad pero necesito adaptarla a una persona mayor que no puede estar horas caminando. Tendrás alguna idea? Podrías compartir algunas experiencias que hiciste cuando fuiste con tu abuela?
    Desde ya muchas gracias.
    Saludos.

    Agustina G.

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    • September 11, 2018 at 10:51 pm
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      Hola, muchas gracias por tu comentario, creo que lo más importante lo tienes muy claro, no podía estar caminando tanto. Y al principio yo lo olvidaba, así que llegó el momento en que me di cuenta que ella no lo estaba disfrutando. Entonces seleccioné las mejores atracciones y sin importar lo cerca que estuvieran, todo lo hicimos en taxi. Así que más que saber qué hacer con tu abuela, te sugiero que más bien consideres cómo hacer cada cosa. Espero que te sirva de algo mi comentario, aunque tal vez te parezca muy simple.

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